miércoles, 11 de octubre de 2017

El Colegio Nacional

La cultura post-revolucionaria en México


Por Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

Una de las últimas instituciones públicas emanadas de la cultura post-revolucionaria en México fue el Colegio Nacional.  Dicha institución fue fundada en la ciudad de México por decreto del presidente Manuel Ávila Camacho, el 15 de Mayo de 1943, como una instancia que agruparía a científicos, artistas y literatos mexicanos más destacados, con el propósito de preservar y dar a conocer lo más importante de las ciencias, artes y humanidades que nuestro país puede ofrecer al mundo. Su lema es: "Libertad por el saber”.
     En el decreto de creación se imponía un número de veinte miembros para El Colegio Nacional, que debían ser mexicanos por nacimiento, y se especificaba a sus quince miembros fundadores. Se establecía que los miembros del Colegio debían impartir conferencias sobre su especialidad en las instalaciones del mismo, y que dichas conferencias deberían de ser abiertas a todo público y gratuitas. La sede del Colegio se estableció en la ciudad de México, y se implantó el carácter vitalicio de la membresía del colegio.
     Durante la ceremonia de inauguración, la concurrencia fue muy numerosa y distinguida; estuvieron representadas las manifestaciones más encumbradas de la ciencia, de la filosofía, del arte, y de la cultura en general; las instituciones más importantes del ámbito educativo estuvieron presentes y, algunas de las más representativas de los estados o del interior de la república mexicana.
     La idea de crear esta institución y su gestor fue el licenciado Alejandro Gómez Arias, destacado intelectual, que también funda Radio Universidad (de la UNAM) y  participa en la creación del Seminario de Cultura Mexicana. El discurso oficial de inauguración del Colegio, es a él que le toca ofrecerlo, y en él nos dice: “Reunir a los hombres más destacados de mi patria, es un acto de unidad; existen hombres superiores a quienes México tiene gratitud por lo que a México han dado y por lo que han hecho a México; parece que reunir a estos hombres ha sido obra de milagro. El Colegio Nacional, su obra, no podrá medirse desde ahora por la modestia con que nace, pero se apreciará a la distancia. Ella sobrevivirá porque es un grupo de hombres que han dado mucho al país y por lo que siente honda gratitud. El estado los seleccionó, pero el país los tenía ya catalogados, es decir, fue la ejecución de un mandato de conciencia pública”.
      Los primeros 15 miembros fundadores asignados para ser parte de esta institución, fueron destacados artistas, científicos y filósofos, todos ellos producto de esa cultura postrevolucionaria que hemos estado revisando en esta columna. 

    La lista la conformane: Alfonso Reyes, escritor (literato); Diego Rivera, pintor; José Vasconcelos, escritor (filósofo); José Clemente Orozco, pintor; Enrique González Martínez, escritor; Ezequiel A. Chávez, educador; Antonio Caso, filósofo; Ignacio Chávez, médico cardiólogo; Isaac Ochoterena, biólogo (científico); Manuel Uribe y Troncoso, Médico Oftalmólogo; Carlos Chávez, músico; Mariano Azuela, escritor, Manuel Sandoval Vallarta, físico (científico); Alfonso Caso, arqueólogo; y Ezequiel Ordóñez geólogo (científico).  A cada uno de los miembros se le hizo entrega de un diploma, donde se daba fe,  de su ingreso y permanencia a dicha institución.

     Como anécdota final, uno de los pilares de la cultura mexicana posterior a la revolución fue el tapatío Gerardo Murillo, mejor conocido como, “El Dr. Atl”; éste fue propuesto por José Luis Martínez como miembro del Colegio Nacional. Él aceptó y se integró el 6 de noviembre de 1950; sin embargo, renunció al nombramiento el 5 de Julio de 1951. Sacrificó esta distinción para recuperar su libertad de acción, ya que de alguna manera sentía que la seriedad y prestigio de esta institución disminuirían su espíritu revolucionario y sería ubicado en un lugar solemne y riguroso.  



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