miércoles, 20 de septiembre de 2017

La fotografía en el México post-revolucionario



La cultura post-revolucionaria en México

Por Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

La fotografía en México llegó a mediados del siglo XIX. Esta arte visual tuvo su desarrollo gradual hasta alcanzar los primero años del nuevo siglo XX. Ya en plena lucha de la Revolución Mexicana, Agustín Víctor Casasola reunió un caudal de fotografías propias y de otros fotógrafos, tanto nacionales como extranjeros, sobre los hechos ocurridos en la confrontación armada y sus momentos.

     Sin embargo, llega la época posterior a la revolución y con ella una generación de fotógrafos, destacándose los nombres de Edward Weston, Tina Modotti, Manuel Álvarez Bravo, Lola Álvarez Bravo, Antonio Garduño, y Paul Strand.

     Edward Weston (1886-1958) en 1926 el muralista Diego Rivera le dice a este fotógrafo norteamericano y a su discípula la italiana Tina Modotti: “Estoy seguro que si don Diego Velázquez (el famoso pintor español) volviera a nacer sería fotógrafo”. Es el México de ese entonces que se vive con una fe integra que engloba al mismo tiempo la técnica, los públicos y el sentido de nación. Es cuando en pro o en contra, la Revolución Mexicana unifica a intelectuales y artistas que descubren, redescubren, colonizan o exploran a México. En esa atmósfera, Weston se radicaliza artísticamente.

     Él se caracterizó por utilizar la técnica del primer plano en temas naturales para obtener las formas poco comunes.  En 1921 conoció a Tina Modotti que se convirtió en su amante y discípula y por ello entre 1923 a 1925 mantuvo un estudio fotográfico en la ciudad de México, con ello se relacionó con los movimientos  artísticos de la época. La amistad y la influencia de su amigo Diego Rivera supusieron un cambio completo de su estilo. En 1924 realizó una exposición de fotografías con tema industrial en el Café de Nadie, se relacionó con los Estridentistas y colaboró en sus dos revistas Irradiador y Horizonte, durante su estancia en México mantuvo amistad con Manuel Álvarez Bravo, Nahui Ollin (Carmen Mondragón) y Frida Kahlo.

     Manuel Álvarez Bravo, fue un magnifico fotógrafo, marca con la calidad de su fotografía esta época. Construyó una visión de la cruda realidad e histórica de la mexicanidad en la post-revolución, dado que rechazó el folclor y la caricaturización de la identidad mexicana. Buscó la redención de la gente común y su subsistencia. Su calidad es vanguardista, haciéndolo referente de la moderna fotografía mexicana. El intelectual francés y padre del surrealismo, dijo de él: “Su fotografía está llena de elementos surrealistas”. Al ser referente en este arte, fue impulsor e inspiración de los fotógrafos de la década de los años treinta.

     Antonio Garduño, fue otro de los fotógrafos destacados de este tiempo mexicano, él y sus hermanos fueron instruidos por quienes trajeron las primeras cámaras fotográficas más avanzadas. Fotografío en varias ocasiones a Francisco I. Madero y algunos otros personajes revolucionarios, sin embargo, no fue un fotógrafo de Guerra, sino que era conocido con el mote de “El fotógrafo de las Novias”, porque desarrollaba la fotografía artística de las bodas. Pero lo que lo trasciende como profesional de este arte es, que fue el primero fotógrafo de desnudos en México, de hecho se le reconoce su trabajo que le realizó a Nahui Ollin (Carmen Mondragón) la mujer más bella de la década de los veinte en la ciudad de México.

     Dolores Martínez Anda mejor conocida como Lola Álvarez Bravo, fue esta jalisciense figura destacada en la fotografía y en el mundo cultural post-revolucionario. Esposa de Manuel Álvarez Bravo que fue su mentor, dado que él le enseñó el arte de la fotografía y fue su asistente en su estudio. Ella al separarse de Manuel, crea su propio estudio con ayuda y colaboración de la pintora María Izquierdo. Con su lente atrapó toda una época de México, tuvo desde luego la influencia de Manuel Álvarez Bravo. Con sus fotografías fue una cronista de la vida social y cultural, además de ser la pionera  en el uso del fotomontaje.

     Tina Modotti de origen italiano, se transformó a sí misma, de ser objeto de belleza al posar para otros, a fotógrafa profesional. Ella fue modelo, asistente y finalmente aprendiz de este arte enseñado por Edward Weston. Su fotografía tiene un dejo de esteticismo, siempre influenciado su trabajo artístico por su compromiso político y su manera de ver el mundo. Ella era socialista fuertemente vinculada a la Unión Soviética. Sus fotografías nunca pierden el sentido de la forma, pero ella está siempre en la búsqueda de sus prioridades.

     La Secretaría de Educación Pública, en los años treinta contrató al fotógrafo y cineasta norteamericano Paul Strand para filmar un documental llamado “Redes”, para ayudar a construir la identidad nacional después de la Revolución.  Mientras estuvo en el país hizo una gran cantidad de fotografías, muchas muestran figuras religiosas que combinó con fotos de personas reales. Strand utiliza la yuxtaposición de la belleza de figuras y rostros de la gente.

     Toda esa muestra fotográfica la realizó de sus viajes por los pueblos y comunidades de los estados de Michoacán, Coahuila, Edo. de México y Oaxaca. Son imágenes emblemáticas de iglesias, pueblos, íconos religiosos y rostros de indígenas mexicanos. De tal modo que al fotografiar en México, fue tal la influencia que tuvo el paisaje mexicano y su entorno cultural, que Strand adoptó de por vida una visión socialista que mantuvo por el resto de su trabajo en la fotografía y el cine.          
    
                     

    

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