Sergio Pitol Deméneghi (1933-2018) en su casa de Xalapa, Veracruz.
Por
Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar
El pasado jueves 12 del
presente mes, falleció en su casa de Xalapa, Veracruz el escritor, traductor y
diplomático mexicano Sergio Pitol. Fue hasta cierto punto una noticia ya
esperada, porque se sabía por los medios que el escritor estaba ya enfermo,
además que tenía ya una avanzada edad: 85 años.
Tuve la oportunidad de conocerlo
personalmente en su propia casa de Xalapa, por allá en el lejano mes de enero
de 1994. Por aquellos años poco lo conocía, pero antes de ir aquella ciudad
veracruzana conocida como la “Atenas de Veracruz”, estuve en la casa de otro
escritor, Emmanuel Carballo en el Contadero en Cuajimalpa en el Distrito
Federal. En esa ocasión cuando le comuniqué a Carballo que me iría a vivir a la
ciudad de Xalapa, él me comentó que ahí vivía Sergio Pitol, un escritor
excepcional, que fue de alguna manera compañero de generación.
Viaje
a mediados de diciembre de 1993 a Xalapa, y estando ya allá, trascendió en los
medios periodísticos nacionales, que el gobierno de la república le concedía el
Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura. No recuerdo el
cómo, pero conseguí el número de teléfono de la casa de Pitol. Y le llamé comentándole
que era amigo de Emmanuel Carballo que él me había recomendado que me
acercara a él, además que quería saludarlo personalmente.
Así concertamos una cita en su casa, y
recuerdo que llegué a ella, la recuerdo como una casa de dos pisos, sin cancel
y con jardín fuera. Me abrió el escritor, y me senté en un sillón de la sala que la misma no estaba lejos de la puerta de entrada. Sergio tenía un perro
lanudo de gran tamaño, y al verme el animal se me dejo ir para olfatearme y subirseme, lo estuve
acariciando, a poco Pitol loe habló y me lo quitó, y él pensó que no estaba adecuado que habláramos
ahí e hizo una propuesta.
Me invitó a tomar un café que estaba ahí
adjunto a su vivienda, en unos prados a borde de calle. Ya sentados con la taza de la bebida le comenté que era
de la tierra de Juan José Arreola, y que tenía deseos de vivir en Xalapa para
integrarme a estudiar en la licenciatura en filosofía de la Universidad
Veracruzana; además le dije, que cada que podía y viajaba a la ciudad de México visitaba a
Emmanuel Carballo. Él tomaba café, y ponía atención a lo que le hablaba. Así
mismo, me comentó que después de haber regresado de Europa, había tomado la
determinación de ya no vivir en la capital (Cd. de México), sino buscó una ciudad más pequeña y
tranquila, que había decidido por Xalapa por todo lo que representaba como una
ciudad con una rica cultura.
Al final me dijo que la Universidad de
Guadalajara (creo que fue Raúl Padilla) le habían ofrecido que se fuera a establecer
a Guadalajara, para él fue una
importante tentación, pero al final se decidió por la capital veracruzana, misma que pronto se hizo de una casa habitación acorde a sus necesidades. También recuerdo que en esa visite que le hice, vi un auto
estacionado en las afueras de la vivienda, era un carro negro de cuatro puertas
que en el asiento trasero tenía una lámpara de esas de escritorio (adaptada)
para que Pitol se fuera leyendo mientras su chofer lo llevara algún destino que
viajara.
Ya al final me despedí de
Sergio Pitol, y del único y fugaz encuentro de diálogo que tuvimos en la bella
Xalapa. Años después lo vi en la entrega del Premio de Literatura “Juan Rulfo
de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 1999, en esa ocasión fui, como
reportero, a la premiación por parte del desaparecido periódico Diario de
Zapotlán. Hoy que Pitol está dando su infinito viaje por la eternidad, desde
aquí le deseo, que en paz descanse, que así sea!
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