miércoles, 18 de abril de 2018

Encuentro y tertulia con Sergio Pitol


Sergio Pitol Deméneghi (1933-2018) en su casa de Xalapa, Veracruz.

Por Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

El pasado jueves 12 del presente mes, falleció en su casa de Xalapa, Veracruz el escritor, traductor y diplomático mexicano Sergio Pitol. Fue hasta cierto punto una noticia ya esperada, porque se sabía por los medios que el escritor estaba ya enfermo, además que tenía ya una avanzada edad: 85 años.  

     Tuve la oportunidad de conocerlo personalmente en su propia casa de Xalapa, por allá en el lejano mes de enero de 1994. Por aquellos años poco lo conocía, pero antes de ir aquella ciudad veracruzana conocida como la “Atenas de Veracruz”, estuve en la casa de otro escritor, Emmanuel Carballo en el Contadero en Cuajimalpa en el Distrito Federal. En esa ocasión cuando le comuniqué a Carballo que me iría a vivir a la ciudad de Xalapa, él me comentó que ahí vivía Sergio Pitol, un escritor excepcional, que fue de alguna manera compañero de generación.

    Viaje a mediados de diciembre de 1993 a Xalapa, y estando ya allá, trascendió en los medios periodísticos nacionales, que el gobierno de la república le concedía el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura. No recuerdo el cómo, pero conseguí el número de teléfono de la casa de Pitol. Y le llamé comentándole que era amigo de Emmanuel Carballo que él me había recomendado que me acercara a él, además que quería saludarlo personalmente.

    Así concertamos una cita en su casa, y recuerdo que llegué a ella, la recuerdo como una casa de dos pisos, sin cancel y con jardín fuera. Me abrió el escritor, y me senté en un sillón de la sala que la misma no estaba lejos de la puerta de entrada. Sergio tenía un perro lanudo de gran tamaño, y al verme el animal se me dejo ir para olfatearme y subirseme, lo estuve acariciando, a poco Pitol loe habló y me lo quitó, y él pensó que no estaba adecuado que habláramos ahí e hizo una propuesta.

    Me invitó a tomar un café que estaba ahí adjunto a su vivienda, en unos prados a borde de calle. Ya  sentados con la taza de la bebida le comenté que era de la tierra de Juan José Arreola, y que tenía deseos de vivir en Xalapa para integrarme a estudiar en la licenciatura en filosofía de la Universidad Veracruzana; además le dije, que cada que podía y viajaba a la ciudad de México visitaba a Emmanuel Carballo. Él tomaba café, y ponía atención a lo que le hablaba. Así mismo, me comentó que después de haber regresado de Europa, había tomado la determinación de ya no vivir en la capital (Cd. de México), sino buscó una ciudad más pequeña y tranquila, que había decidido por Xalapa por todo lo que representaba como una ciudad con una rica cultura.

    Al final me dijo que la Universidad de Guadalajara (creo que fue Raúl Padilla) le habían ofrecido que se fuera a establecer a Guadalajara, para él  fue una importante tentación, pero al final se decidió por la capital veracruzana, misma que pronto se hizo de una casa habitación acorde a sus necesidades. También recuerdo que en esa visite que le hice, vi un auto estacionado en las afueras de la vivienda, era un carro negro de cuatro puertas que en el asiento trasero tenía una lámpara de esas de escritorio (adaptada) para que Pitol se fuera leyendo mientras su chofer lo llevara algún destino que viajara.

Ya al final me despedí de Sergio Pitol, y del único y fugaz encuentro de diálogo que tuvimos en la bella Xalapa. Años después lo vi en la entrega del Premio de Literatura “Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 1999, en esa ocasión fui, como reportero, a la premiación por parte del desaparecido periódico Diario de Zapotlán. Hoy que Pitol está dando su infinito viaje por la eternidad, desde aquí le deseo, que en paz descanse, que así sea!
    
      


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