Por
Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar
Llega un año nuevo,
se abren muchas posibilidades para que podamos hacer acciones positivas,
que vayan mejorando nuestro entorno y perfilándolo como un año pleno de logros
y felicidad.
Las ilusiones vienen cargadas que nos vaya
bien en todos los sentidos, desde lo ya trillado y tradicional de los buenos
deseos de salud, dinero y amor, hasta con la familia, seres queridos y en
nuestra población las cosas marchen mejor, y
de acuerdo a lo que planeamos para nuestra vida. Ojalá que en este año
que comienza podamos realizar aquello que estábamos postergando por un tiempo o
por muchos años. Siempre al iniciar un nuevo ciclo, en este caso así lo
representa el año que comienza, como un nuevo periodo donde por tener vida y
salud, es una oportunidad para iniciar algo que nunca antes habías hecho.
Si el año pasado estuvo
cargado de frustraciones, de que nos fue mal o regular en muchas cosas que
hicimos o que pretendimos, debemos de pensar positivamente y dejarlo atrás
porque lo pasado, pasado es, ya no existe. El presente es lo que realmente está
aquí y ahora. Nuestro futuro es hoy. Podemos ir forjando un futuro más
prometedor, mejor planeado, mejor vivido y que sea pleno de satisfacciones.
Para ello hay que tener la voluntad de cambio y de querer hacer las cosas a
pesar de las dificultades. Por eso aquella máxima sabia de: “Somos los
arquitectos de nuestro propio destino”.
Pero desafortunadamente casi
siempre sucede, al principio, nos hacemos propósitos de cambio y de mejora en
nuestra vida y de nuestro entorno. Sin embargo esos buenos y nobles propósitos,
pronto muy pronto, caen en el olvido a las primeras dificultades de cambio o de
la implacable rutina. Por eso ante todo, en esta
situación debe de prevalecer la continuidad en lo que emprendamos, la voluntad
firme, es decir la constancia en las pocas o muchas acciones novedosas que iniciemos.
Para los que somos creyentes, debemos estar agradecidos con Dios por esta oportunidad de entrar a un año
civil más en nuestra vida. Hay que pensar
que es la posibilidad y la oportunidad para tomar conciencia y amar más a
nuestros semejantes como es la propia familia,
nuestros hijos o la esposa, la
novia, nuestros padres o todos los nuestros
como son hermanos de sangre y los amigos, así como aquellas personas que nos
ofrecen su ayuda o amistad.
Esta columna periodística y
el que esto escribe, desea para todos sus lectores, que preserven en sus buenos
propósitos para este año, y a su vez desea un feliz y próspero año 2016, pleno
de éxitos y mejora en su vida personal y familiar. Que así sea.