lunes, 6 de julio de 2015

Gustavo Sáinz el gazapo mayor ha entrado a la vida eterna







Por Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

Para los que gustamos de las letras, el pasado viernes en la madrugada en un noticiero matutino de una estación de radio de la ciudad de México, me enteré de la muerte de un importante miembro de la  conocida generación de escritores que ha sido llamada de “la Onda”, se trata de Gustavo Sáinz (1940-2015).

     Este escritor formó parte de aquella generación de jóvenes escritores mexicanos sesenteros, que les dio por escribir de una manera experimental y jovial, con una frescura en su estilo propio de su juventud, y con el lenguaje de los chavos de aquella época.

     En su escritura aquellos jóvenes reflejaban sus vivencias y los acontecimientos trascendentes de los años que les tocó vivir durante aquella década de los sesenta, caracterizada por rupturas y transformaciones sociales; de los movimientos y protestas estudiantiles reivindicando democracia y mejores condiciones sociales en varias ciudades del mundo. Aquí en México con los acontecimientos del fatídico 2 de octubre de 1968 y de la Olimpiada en nuestro país.

     Era un decenio de soñadores y momento de cabellos largos y faldas cortas, telenovelas e historietas (comics); de la llegada del hombre a la luna; de la aparición de la pastilla anticonceptiva; del encuentro de obispos de la Iglesia  en el Concilio vaticano II; de la experiencia amarga para Estados Unidos por la guerra de Vietnam; de la revolución cultural en china por parte de Mao; de la guerra de los seis días por parte de Israel en contra de algunos países árabes; de los magnicidios de Martín Luther King, John F. Kennedy y de la ejecución de Ernesto “Che” Guevara; de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, así como de la crisis de los misiles atómicos por parte de Estados Unidos, Cuba y la URSS;  la confrontación de las dos súper potencias en la guerra fría; de la Conferencia Episcopal de América Latina en Medellín, Colombia; del surgimiento de la Teología de la Liberación; de la lucha del Padre Camilo Torres, sacerdote colombiano y guerrillero; de la irrupción del arte pop, así como la ruptura con el arte elitista; del festival musical de rock en  Woodstock; el movimiento Hippie con su lema de “amor y paz” y del uso de la marihuana.  

     Los principales representantes de esta generación narrativa fueron: José Agustín que surge con su novela “La tumba”, Parménides García Saldaña y su famosa obra “Pasto verde” y Gustavo Sáinz con su libro “Gazapo”.  Dentro de esta trilogía y como parte de la generación de “la literatura de la Onda” también podrían incluirse  por la similitud de temáticas y de sus edades los nombres de Gabriel Careaga, Luis Guillermo Piazza y René Avilés Fabila.



De izquierda a derecha: Gabriel Careaga, Gustavo Sáinz y Luis Arturo Cárcamo, en la colonia Hipódromo-Condesa en 1986.


     Gustavo Sainz además de su novela de Gazapo, escribió otras obras como “La Princesa del palacio de hierro” (1974), que según algunos críticos es su mejor novela y obra literaria -recibiendo por parte de Carlos Fuentes comentarios elogiosos-, misma con la cual se hizo acreedor al premio de literatura mexicana "Xavier Villaurrutia" uno de los más importantes del país para los narradores.

     En la amistad que tuve con el sociólogo Gabriel Careaga Medina, amigo y colega de Sáinz, en uno de muchos encuentros que tuvimos en alguno de los Samborn´s, por allá por el año de 1995 en la capital de la república mexicana. Me comentó de su amistad con Gustavo, y como le había tocado asistir con él a una edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y de un viaje que habían realizado a la ciudad de Colima. Así mismo Careaga me hablaba de la última novela de Sainz que le parecía muy extraña dado que es una novela innovadora que utiliza como recurso narrativo la interrogante, dado que absolutamente toda la novela es una serie de preguntas una tras de otra. Esa novela lleva por título: “La muchacha que  tenía la culpa de todo” (1996).

     Para mi fortuna y como anécdota, en ocasión que asistí a la edición de 2003 de la FIL o Feria Internacional de Libro en la capital tapatía , me tocó a medio día según mi costumbre salir a comer fuera del recinto librero. Dado que no me gustaba alimentarme dentro de la FIL por los altos costos o porque siempre hay mucha gente en su zona gastronómica. Pues al salir y tomando ya el rumbo por la avenida Mariano Otero con dirección a la Plaza del Sol, cuando de pronto veo que viene de regreso a la expo, un señor de tez morena con algunas arrugas propias de la edad de cierta  madurez, sin llegar aún a la vejez.  Su barba y pelo cortos y canos.  Su dentadura tenía incrustaciones metálicas propias de los puentes dentales o placa. Vestía ropa informal de mezclilla. Pues bien, al fijarme en el deambulante se trataba de Gustavo Sáinz, que pasaba desapercibido en su caminata entre los demás transeúntes. Le hablé por su nombre y lo saludé. Al darse cuenta que lo había reconocido, se paró porque yo ya estaba de frente, y me presenté por mi nombre, le dije que era de Ciudad Guzmán de la tierra donde había nacido otro literato Juan José Arreola.

     Y para reforzar su confianza y sentirme más seguro, le comenté que conocía y tenía como amigo a Gabriel Careaga, y que cuando lo visitaba o le veía me hablaba de él. Ya con esa observación, él también se sintió con mayor familiaridad. Recuerdo que me dijo, que no había visto ya a Gabriel y que él vivía en Indiana, Estados Unidos. Eso lo sabía porque Careaga me había dicho que trabajaba como profesor en la Universidad de Indiana. Así mismo como otros colegas literatos o escritores mexicanos, que habían emigrado a las universidades norteamericanas como una opción profesional o de desarrollo y así ampliar sus horizontes. De esa manera, se había hecho más o menos una constante por los años setenta el que esas instituciones abrieron sus puertas para los intelectuales mexicanos, entre esa lista ahora recuerdo: Luis Arturo Ramos, Sara Poot Herrera, Jorge G. Castañeda y también como conferencistas o profesores invitados habían estado: Carlos Fuentes, Octavio Paz, Emmanuel Carballo y el propio Juan José Arreola.  


     Con la muerte de Gustavo Sáinz, nos invita a regresar a la lectura o relectura de su obra. Sea pues este pilar (Gustavo Sáinz) representativo de aquella generación de jóvenes escritores llamado de “la literatura de la Onda”, que descanse en paz.

6 comentarios:

  1. Amigo Alfonso: Este trabajo periodístico , está bien ubicado y documentado en la temporalidad mía del Siglo XX, convivimos todos esos sucesos, juveniles, culturales, históricos, eso nos permite desfrutar sus citas objetivas y de los baluartes de la literatura qu7e han marcado nuestro tiempo y las letras universales, "Carlos Fuentes, Octavio Paz, Emmanuel Carballo y el propio Juan José Arreola" e incluyo a Sara Poot y a Jorge Castañeda que tengo la fortuna de tener una limitada experiencia de sus publicaciones. Alfonso hallá por los años setenta alguien dijera haciendo proselitismo Arriba y Adelante" y le pido que continúe con esas premisas.

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    1. muchas gracias por sus conceptos maestro Juárez, le agradezco se haya tomado la molestia de comentarlo, saludos y feliz año nuevo, un abrazo.

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  2. Lo anterior lleva cuando menos dos "gazapazos": qu7e y hallá por allá y lo celebro como los "caballos largos" por cabellos largos, ¡¿Serían los escritos, tan comentados, si todo fuera correcto. Saludos

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  3. Excelente artículo de 2015, desafortunadamente las rupturas actuales olvidan a esos grandes que se enfrentaron a un sistema político monolítico y a la literatura de la época. Felicidades

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  4. Maestro Cayetano muy buena su observación de ese enfrentamiento entre nuevas generaciones con el añejo sistema político mexicano.

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