Gandhi de "Miguel Ángel de Quevedo"
Por Héctor Alfonso
Rodríguez Aguilar
La semana pasada por
los medios de comunicación habituales: Televisión, prensa, radio y en las redes
sociales se daba la noticia, que causaba nostalgia para los habituales
compradores de libros y lectores, que cerraría la librería Gandhi de Miguel Ángel
de Quevedo. Este famoso establecimiento de venta de libros y cafetería se
encontraba en la zona sur de la ciudad de México.
Esta librería emblemática se había
convertido en lugar común para aquellos amantes de la lectura y de los libros
en la gran ciudad, pero no sólo los de aquella urbe sino también para muchos
que íbamos del interior del país (dirían los chilangos de provincia) para ver
las novedades editoriales y buscar títulos interesantes de literatura,
filosofía y otros muchos temas.
Yo mismo fui uno de ellos que habitualmente
cuando viajaba a aquella ciudad invariablemente, tomaba el metro de la ruta
indios verdes-universidad para bajarme en la estación “Miguel Ángel de Quevedo”
para visitar la famosa librería. Esta zona es especialmente comercial en plena
delegación de Coyoacán. La avenida Miguel Ángel de Quevedo y avenida
Universidad que la cruza; al oriente estaba o está la librería “Sotano” y al
poniente se encontraba la Gandhi, a muy pocos pasos de la avenida Universidad.
Ya en los últimos años se puso una sección de la misma Gandhi enfrente de la
tradicional donde se manejaba ofertas.
Entorno de estos establecimientos a veces
los buquinistas (así son llamados los vendedores de libros de antiguo o usado
de la calle) ponían su exhibición de libros en el suelo sobre una tela para la
atracción de los transeúntes. Más adelante con el tiempo abrieron alguna
librería de “viejo” y pequeños restoranes de comida corrida. Ya caminando
algunas tres o cuatro cuadras adelante se encuentra el famoso parque de la
Bombilla, lugar donde está el famoso monumento a Álvaro Obregón, mismo donde
fue asesinado el general y político sonorense por parte de León Toral.
Como una anécdota o suceso que tuve en una de
mis correrías por la Ciudad de los Palacios. En uno de mis tantos viajes que hice a la compra de
libros y a la asistencia a eventos culturales, vale decir hacer vida cultural
en la capital. Recuerdo que, en 1993, viajaba por el vagón del metro en la
línea indios verdes-Universidad, iba a la librería Gandhi de Miguel Ángel de
Quevedo, de pronto sentí una sensación rara (algo así como que estaba perdido, era una especie de premonición de lo que me esperaba),
llegué a la estación del metro: Miguel Ángel de Quevedo bajé del vagón y me
dirigí a la salida. Al final de la subida de las escaleras, ya en la calle,
había un grupo rodeando una mesa, eran los estafadores del juego “dónde quedó
la bolita”, vi que era fácil saber dónde estaba la bolita, y los que estaban
ahí supuestamente otorgaban jugosas sumas por jugar con poco dinero; yo ingenuo
(tonto) me dio por jugar y en un dos por tres perdí como cerca de 300 a 400
pesos (equivaldría a unos 1, 200 a 1, 500 de los pesos de ahora). Dado que
entre ellos (delincuentes) estaba coludidos. Cuando vi que perdía más y más
dinero, y ellos veían mi cartera con billetes, más me incitaban a jugar, ya en
la desesperación de perder el poco dinero que traía para mi instancia en la
ciudad me fui a la librería Gandhi, y en la cafetería con el remordimiento le
dije a una señora joven que, si me permitía sentarme en su mesa, la mujer
perpleja me dijo qué porque con ella. Ya le conté todo, ella bondadosa aceptó y
hablamos un poco porque era psicóloga o psiquiatra. Ya con desahogarme al
contarme lo que me había pasado me fui calmando. Y ya más tarde decide regresar
a mi hotel en el centro histórico, sin haber comprado ningún libro por el exabrupto
que me había acontecido. Hoy ante la triste noticia del cierre de una librería
(finalmente es un centro cultural) no nos queda más que rememorar este espacio
que nos brindó importantes textos (volúmenes) que hemos leído con gran pasión.
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