domingo, 28 de enero de 2018

Algunas anécdotas con José Luis Martínez


Homenaje a José Luis Martínez
(Última de tres partes)
Por: Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

No recuerdo bien en qué año conocí o vi por primera vez a José Luis Martínez, lo que sí estoy seguro es que fue en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde asistía cada año como invitado preferente por parte de las autoridades organizadoras de dicho evento. Lo que si tengo muy presente, es que en 1992 cuando le otorgaron a Juan José Arreola el ya desaparecido Premio Internacional Literatura Latinoamericano “Juan Rulfo”, yo le llevé a regalar un ejemplar de la edición de la obra de Constanza de Guillermo Jiménez, realizada de una manera manual y rústica elaborada en mimeógrafo por don Juan S. Vizcaíno. Dicho libro se lo entregué en la inauguración y recuerdo, que lo trajo en su mano y en ningún momento lo soltó incluso lo llevó a la cena de gala que ofrecieron al premiado (Juan José Arreola) en el Club Atlas Colomos que me tocó asistir de colado.

    Era pues habitual ver a José Luis en la Fil de Guadalajara, como pez en el agua. En presentaciones de libros. En una que me tocó asistir que compartió presídium con don Vicente Preciado Zacarías, donde al tocar narrar una anécdota por parte de Preciado Zacarías que hablaba del maltrató de los antiguos profesores a sus alumnos por aquello de “la letra con sangre entra”, mientras describía la acción Preciado, don José Luis Movía la cabeza en forma de desaprobación.

    En uno de mis tantos viajes que hice a la ciudad de México a la compra de libros y a la asistencia a eventos culturales, vale decir hacer vida cultural en la capital. Recuerdo que en 1993, viajaba por el vagón del metro en la línea Indios verdes-Universidad, iba a la librería Gandhi que está por Miguel Ángel de Quevedo, de pronto sentí una sensación rara (algo así como que estaba perdido), llegué a la estación Miguel Ángel de Quevedo bajé del vagón y me dirigí a la salida. Al final de la subida de las escaleras, ya en la calle, había un grupo rodeando una mesa, eran los estafadores del juego “dónde quedó la bolita”, vi que era fácil saber dónde estaba la bolita, y los que estaban ahí supuestamente otorgaban jugosas sumas por jugar con poco dinero, yo ingenuo (tonto) me dio por jugar y en un dos por tres perdí como cerca de 300 a 400 pesos. Dado que entre ellos estaba coludidos. Cuando vi que perdía más y más dinero, y ellos veían mi cartera con billetes, más me incitaban a jugar, ya en la desesperación de perder el poco dinero que traía para mi instancia en la ciudad de México, me fuí a la librería Gandhi, y en la cafetería con el remordimiento le dije a una señora joven que si me permitía sentarme en su mesa, la mujer perpleja me dijo qué porque con ella. Ya le conté todo, ella bondadosa aceptó y hablamos un poco porque era psicóloga o psiquiatra. Ya me fui calmando. Y decide regresar a mi hotel en el centro histórico.

   De pronto se me ocurrió llamarle a José Luis Martínez y a Emanuel Carballo, para ver si me podían prestar cada uno 200 pesos y así recuperar lo perdido aunque fuera por lo pronto prestado. Hable con don José Luis por teléfono y le dije que me habían robado. Que si me podía prestar 200 pesos, me dijo que sí, que fuera a su casa por ellos. Recuerdo que llegue de noche a su residencia, y ya tenía un leño puesto como tranca atravesado en la puerta. Me pasó a su sala donde me otorgó el dinero, estaba muy bien vestido, me dijo que si iba para el sur de la ciudad para darme un "aventón" en su auto, ya estaba de salida, le comenté que yo estaba alojado en hotel del centro de la ciudad. Su aptitud siempre fue de confianza hacía mi persona y de bondad. Ya cuando iba a la casa de Carballo a recoger los supuestos 200 pesos de préstamo que le solicité, salió la esposa Beatriz Espejo en la entrada de la casa, me pidió la copia que traía del primer cuento de Arreola: Sueño de navidad, publicado por El Vigía, y que era desconocido en el circulo literario. Y a cambio ella me entregó un sobre que traía un cheque, al abrirlo, ya que iba de retiraba de su casa, me di cuenta que Carballo solo me había prestado 50 de los 200 pesos que le había solicitado. Cosas de la vida pues.
   
   

       

miércoles, 24 de enero de 2018

José Luis Martínez, el escritor y el bibliófilo


Por: Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

 Homenaje a José Luis Martínez
(Segunda de tres partes)
*El escritor y el bibliófilo

Los libros del escritor de Atoyac, don José Luis Martínez se empezaron a vender aquí en Ciudad Guzmán, en aquel módulo de El Correo del Libro que era una iniciativa editorial de la Secretaría de Educación Pública, que se encontraba en forma de caseta en el camellón que había por la calle Ramón Corona en pleno centro de la ciudad, contra esquina de la catedral y enfrente del obispado.

   Ahí compre en los años 80 del pasado siglo, aquella formidable colección de 5 tomos del mundo antiguo que fue preparada como una antología por don José Luis. Sabemos que en toda la carrera literaria, histórica, cronística, etc. Escribió 32 libros de diferentes temas desde estudios, biografías, ensayos literarios y crónicas. Además como editor del Fondo de Cultura Económica, editó 701 libros en títulos nuevos y 1084 libros entre reedición o reimpresión. Es notable que se creó la colección de Revistas Literarias Mexicanas Modernas que puso de nuevo en circulación, en ediciones facsimilares, las principales revistas literarias publicadas en México en la primera mitad del siglo, XX, como TallerContemporáneosBandera de Provincias, Eos, Pan, etc. 

    Tuve la oportunidad de conocerlo personalmente en la ciudad de México, en su casa habitación de Rousseau 88 en la colonia Anzures, era una casa de tipo residencial francesa con jardines al exterior sin canceles. Dentro la casa que estaba convertida en una gran biblioteca, toda absolutamente toda la casa era eso, una sofisticada biblioteca, cada parte, la sala, el comedor, la cocina, todas las instancias tenían libros y más libros, todos ellos ordenados y clasificados cabalmente, don José Luis Martínez sabía dónde tenía cada ejemplar.

    En varias visitas que le hice a su residencia, y que él siempre caballerosamente me recibió, me dio muy buenos consejos para mi formación literaria e intelectual, pero además me obsequió libros o folletos donde había publicado ensayos. Sabemos que su obra sobre el conquistador de México, Hernán Cortés, es la mejor biografía del español, dado que su ensayo biográfico es exhaustivo y formal con toda la seriedad que una investigación lo a merita.

    Conocemos que Martínez es un referente de estudio de la literatura mexicana del siglo XX, para los estudiosos, no pueden pasar desapercibidos sus obras sobre el caso, y que se editaron con los títulos de: La literatura moderna de México y la literatura Mexicana del siglo XX.

    La sala de su casa decorada de un buen gusto, tenía en la misma un escritorio, mismo que había pertenecido a su maestro y mentor don Jaime Torres Bodet, en ese escritorio fue donde el secretario de educación se disparó en la boca para suicidarse después de tener la mala noticia de estar enfermo de cáncer. Ese mueble era como una especie de reliquia, que utilizaba don José Luis Martínez para escribir y hacer sus estudios.

     Toda esa gran biblioteca particular, que ha sido una de la más completa en temas literarios, ya que Martínez tenía prácticamente todo lo que se había editado en México durante todo el siglo XX. Según se sabía, poseía entre 60 a 80 mil volúmenes. Toda ella fue adquirida por el gobierno federal a través del Conaculta, se encuentra actualmente en la Biblioteca México o conocida como de la Ciudadela, y el fondo se llama como su expropietario: "Fondo José Luis Martínez".
    

     

miércoles, 17 de enero de 2018

Homenaje a José Luis Martínez


       José Luis Martínez, el máximo exponente del humanismo del siglo XX en México.

(Primera entrega de tres)


Por: Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar

Durante este año de 2018 se celebrará el centenario de dos grandes escritores jaliscienses: José Luis Martínez Rodríguez y Juan José Arreola Zúñiga. Nuestra región Sur de Jalisco, ha sido pródiga en 5 grandes escritores que ha aportado mucho al arte literario de nuestro país, estos son: Refugio Barragán de Toscano, Guillermo Jiménez, Juan Rulfo, Juan José Arreola y el que nos ocupa José Luis Martínez.

    Apenas este 19 de enero es el día del centenario de natalicio de este insigne escritor, literato, investigador, historiador, ensayista y diplomático, nacido en la población de Atoyac, Jalisco. Sabemos que su padre siendo médico se trasladó junto con su familia para avecindarse en Ciudad Guzmán, y de esa manera José Luis y Juan José Arreola coincidieron como alumnos de los primeros años de primaria en el colegio Renacimiento.

    Posteriormente José Luis, se trasladó a la ciudad de México donde hizo estudios de literatura en la UNAM y se dio a la tarea de participar en la vida cultura y académica de la capital de la república: editó junto con otros colegas de letras la revista literaria: “Tierra Nueva”.

   Además sabemos que fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española y así como de la Academia Mexicana de la Historia. Y fue director general del Fondo de Cultura Económica. Diputado Federal por Jalisco. Director del Instituto Nacional de Bellas Artes; Fue secretario particular del secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet. Embajador de México en Perú, Grecia y ante la Unesco. Gerente de los Talleres Gráficos de la Nación; consejero de la Fundación Cultural Televisa; Presidente de los festejos del centenario de los escritores  Ramón López Velarde y Alfonso Reyes respectivamente. Creador emérito del Conaculta Y asesor del Secretario de Educación en 1993-1994.

   Entendemos la importancia que este hombre de letras y humanista tuvo para la cultura en México, pero no dejamos de reconocer que el sistema político mexicano lo favoreció, porque sin ser parte del mismo, serían impensable todos los importantes cargos y puestos públicos que tuvo y desempeñó en importantísimas instituciones culturales de la nación.

    Se le considera el máximo exponente del humanismo mexicano del siglo XX. Recibió tres doctorados honoris causa: de la Universidad nacional de Santo Domingo, República Dominicana; de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Américas (Puebla). Mantuvo una estrecha relación de amistad y colaboración con Octavio Paz (ya que era habitual colaborador en la revista Vuelta) y lo unió una amistad entrañable con Juan José Arreola.

     Otras condecoraciones y premios que recibió: La de oficial de la Academia de la República Francesa en 1947. La medalla “José María Vigíl” del estado de Jalisco, 1956. Comendador de la Orden al Mérito de República de Italia en 1967. El premio de las artes Elías Sorasky en 1978; El Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Literatura y Lingüística; El Premio Internacional Alfonso Reyes en 1982; Recibió la medalla Ramón López Velarde del gobierno de Zacatecas en 1988; La medalla de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, España en 1993; La Cruz de la Orden de Alfonso X de España en 1988; La presea “Miguel Othón de Mendizábal del INAH pos su contribución a la conservación , protección y difusión del patrimonio cultural mexicano en el año 2000. (Continuará)